"Un momento más tarde, Alicia se metía también en la madriguera, sin pararse a considerar cómo se las arreglaría después para salir."
Alicia en el Pais de las Maravillas
Bah, no importa el dia aunque sí la hora. Sobre las 10 u 11 de la mañana después de un día de fiesta ¿Qué joven camina por las calles a ésas horas? Muy pocos, ya que es demasiado tarde para ir a trabajar y -gracias a dios- no hay universidad ni colegio -ya puestos-. Entonces ¿Por qué no paraba de encontrarme a chicos y chicas? El panorama era el mismo: Bajos de pantalones sucios, quizás alguna mancha en la camiseta ésta por supuesto arrugada, ojeras y/o rimmel corrido, mirada al suelo, sonrisa vaga en los labios... oh sí, cabe decir -y le hecho la culpa al mal y poco sueño- que tardé bastante en darme cuenta de lo que significaba.

A lo que me llevó a preguntarme ¿Los caminos de la vergüenza realmente son malos? Bien está considerado por una parte indefinible de la población, yo, me decanto por la otra, sin embargo estoy en contra de la discriminación (ideas bastante incoherentes entre sí)y en ése momento me preocupaba pensar en que, valga la redundancia (dios, cómo odio ésa frase) pensaba mal de las personas. Pero no pude ir más allá ya que como a newton se me cayó una manzana en la cabeza. No llegué a descubrir los entresijos de la gravedad pero sí que me puso los pies sobre tierra. Yo también era joven, y también iba de mi camino a casa... pero no estaba en un camino de la vergüenza, entonces ¿Qué me distinguía de ellos los pobres desvergonzados? Mi pijama en el bolso era mi única prueba y tenía un testimonio, sin embargo, cuando le pregunté dónde se encontraba el metro a una maruja autóctona me sentí analizada -seguramente fuera cosa mía- y juzgada -mi psicosis matutina-. A lo que me llevó a preguntarme una vez más -cómo me gusta preguntarme a mí misma-...
¿Cuántos caminos de la vergüenza se hacen cada mañana?