12 de abril de 2012

Sus ojos eran verdes, o al menos durante un tiempo lo fueron, y tenían un resplandor azul que no era propio de las gentes de éste mundo. En más de una ocasión se había preguntado por aquella luz que desprendían sus ojos, brillaban con luz propia como un fulgor, como su báculo cuando ella pronunciaba esas palabras que solamente las personas de su clase entendían. Quizás ya habían dejado de ser verdes y la luz azul ya lo había ocupado todo, pero en su memoria aún la seguía viendo del color de la hierba y lo revivía como si su mente se negara a aceptar lo ocurrido en los últimos meses y se dedicara a divagar en tiempos mejores.


En lo más profundo de su ser le recordaba a Erika. Ella era su mejor amiga de la infancia, siempre tan femenina, era adorada por todos los del pueblo, si alguien podía salir de aquella reunión de ganaderos y cazadores era ella gracias a su belleza. Yo siempre había estado con ella e íbamos de la mano a todos los sitios. Ella era la princesa y yo su caballero y blandía con orgullo mi palo de madera y daba caza a los malvados villanos en forma de gallina. Las tenía atormentadas. Perdón, los tenía atormentados, los malvados siempre habían sido hombres.


Ella sabía que su padre deseaba de todo corazón tener un hijo varón y cuando lo tuvo, no hubo día más feliz de su vida. Sin embargo se lo llevaron, y en vez de aceptarlo decidió que a quien se habían llevado había sido a su hija. Y ella se convirtió en él.
Por aquella época su padre ya había vuelto de la gran guerra, y empezaba a dar signos de locura. –Chico, ven aquí chico.- le decía continuamente – pareces una mujer, córtate el pelo, chico.-


Cuando fue lo suficientemente grande su padre la llamó y le comunicó que se casaría con Erika, que ya había negociado con su padre y que gracias a que los Goering eran los ricos del pueblo había aceptado. Su padre continuó diciendo que la dejaría embarazada, de un varón, y se marcharía a luchar como soldado para el emperador y volvería a casa diez años después con dinero.


-Tus hijos serán educados por Erika y tu madre –me decía.- y yo me encargaré de ser el hombre de la casa en tu ausencia.


-Padre, no puedo casarme con Erika, no puedo tener hijos con Erika, no puedo ser soldado… -


Eva siempre imaginó que si hubiera sabido que era una mujer el puñetazo no le hubiera dolido tanto.



-Gudigeg ha sido detenido pogque es un cultista y está custodiado pog los cazadoges de bgujas.-


Parecía una respuesta a una pregunta que ella no se acordaba haber hecho.


-Mientes.- escupió las palabras.


-No.-


Eva se negaba a aceptarlo, su hermano era bueno, había escapado de ése pobre pueblo, se había convertido en alguien, tenía nombre propio, era poderoso ¿Por qué? Solamente quedaba que la sucia bretoniana le estuviera mintiendo, no sabía por qué, quizás fuera un plan loco de los suyos, o simplemente le quería hacer daño. No podía decir tales infamias de su adorado hermano. Él tenía ideales, era bueno.


Levantó la mano y le golpeó en su mejilla perfecta de mármol, no sabía bien porque le había pegado como mujer en vez de como hombre pero lo que sí sabía era que se iba a arrepentir de tal acusación. Lily comenzó a murmurar un hechizo y sin previo aviso se vio separada de ella y completamente inmovilizada. La puta había hablado con los árboles y la habían apresado, ¿También la quería vender a ella?


-¡Suéltame!- gritó mientras se intentaba revolver entre las ramas.


-No soy yo, tienes que calmagte y los agboles te soltagan… - contestó en calma.


Eva comenzó a llorar, no sabía si por rabia e impotencia o por furia y dolor. Sabía que lily le estaba explicando la situación pero apenas se dedicaba a escucharla, intentaba ver en su corazón si podía ser cierto. Había visto a rudiger volver a casa en un estado deplorable los últimos días, era mucho más bestia y al cabo del rato volverse la persona más limpia y adecentada, como si intentara ocultar algo. Lo había visto marcharse sin decir nada, siempre tenía asuntos que resolver. Su tatuaje había desaparecido. Se había alejado de ella.

La duda la invadía.


-…. Ayeg se lo llevagon…-


-¿Ayer? ¡Ayer! ¡¿Y por qué no me avisasteis?!.-gritó exaltada.


-Tenia… tenia asuntos… tenía que tgaeg a Wolfang aquí, no podía estag más en la escuela bgillante…-


-¡Una mudanza! ¡A mi hermano, mi único hermano, lo quemarán vivo pero tú tenias que hacer una mudanza!.- gruñó de forma sarcástica.


Como siempre desde que había conocido a Wolfang, él era su prioridad después que ella misma, la había visto ligotear con otros hombres, dándoles abiertas esperanzas para luego regresar a los ardientes brazos de él, y como siempre, él tan compasivo con ella y despiadado con el resto del mundo se dedicaba a alagarla y hacerle regalos pretensiosos mientras disfrutaba humillando a personas como leopold o cualquier iniciado que por allí pasara.

-Wolfang necesitaba salig de allí o se volvegía loco…-


-…¿ y no tenías tiempo de avisarme con una mísera carta?-


-¡No hubo!


Las lágrimas de ira de sus mejillas acabaron siendo ahogadas por las de tristeza, por mucho que peleara no podía detener lo inevitable. De nada servía discutir con Lily, o de ir al cuartel o cualquier cosa. Ya era muy tarde. No supo en qué momento los árboles la habían soltado, ni cuando Lily, compasiva, le había abrazado y la había levantado para llevarla a los cuartos de Lorandora.

Se sentía sucia, su propia institución, su propia religión, habían acabado con su hermano, su amado hermano. Solamente era una víctima en todo éste drama.


-… al fin y al cabo es algo que tú hubieras hecho…- escuchó la voz de la elfa.


No sabía si se había perdido algún tipo de conversación anterior pero ésa frase se le clavó como una espina en lo más profundo de sus entrañas.

Algo que yo hubiera hecho… quizás tenía razón, quizás era su sino. Resultaba evidente que el caos se encontraba tan cerca que podía arrebatarte a tu propio hermano. Quizás solamente era una dura prueba de Sigmar, para hacerle tener el corazón fuerte y resistente, un corazón de cuero. Hasta ahora Eva se había tomado su marcha de su pueblo como una aventura. Bebía lo que quería, luchaba lo que quería, y se atrevía a disfrutar de todo lo que podía. Eva se había vuelto débil, y los dioses le habían dado un aviso. Le habían dicho “Bienvenida a éste crudo mundo”.


Alzó sus ojos y por fin vio lo que pasaba en realidad, Lorandora le había aceptado en su propia habitación a pesar de que su hermano era un enemigo del imperio y aún así le veía un mínimo de preocupación por ella. Vio también a Wolfang en la cama, realmente parecía haberlo estado pasando peor que ella en estos momentos, no sabía en qué clase de calvario se había visto metido pero el visible agotamiento que impregnaba su cara hizo sentirse muy culpable a Eva. Había pensado cosas horribles sobre él, y la verdad y a pesar de ser cabezón, mandatario y arrogante, era un buen hombre. Los había acogido en su casa, les había procurado comodidades y lo más importante había hecho feliz a lily, cuyos brazos se habían separado de su Wolfang y la abrazaban a ella.


Eva suspiró y se dejó mimar, se dejó abrazar y se dejó perder en el cuello de la chica de los ojos verdes, o azules. O lo que fuera…

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